Un monstruo delicado, tres pasajes sobre la belleza aterradora del aburrimiento

Abstract

Siglos de literatura representan el aburrimiento como el malestar oculto de la modernidad: una enfermedad del alma que separa progresivamente al hombre de sus habilidades naturales, debilitando su capacidad de auto-reflexión en la indiferencia. Sin embargo, paradójicamente, el aburrimiento es uno de los rasgos distintivos de la economía postfordista: ese estado de anhelo sin resolver, cuando el alma está suspendida dentro de una presencia incierta y la vida se experimenta "como tal", abierta a posibilidades imprevistas. Si en el pasado las actividades laborales eran funcionalmente limitadas dentro de cerramientos espaciales, en los modos contemporáneos de producción, por el contrario, tienden a desarrollarse en la indeterminación intrínseca del potencial humano, proporcionando escenarios vacíos para que la vida simplemente se realice. En este sentido, el aburrimiento puede ser considerado como un índice de la indeterminación humana, el lugar donde la vida se contempla en su pura libertad: ese estado amorfo de vacilación necesaria para realizar, o no, su potencial inherente. Cuando cualquier distinción entre el trabajo y la vida se disuelve en la acción, la forma ya no puede ser considerada como un objeto estático, sino más bien como un proceso de diferenciación a través del cual la vida se vuelve sí misma, emergiendo de un contexto como la expresión consciente de un impulso interno, una “forma de vida”.