«Y los malos serán ceniza bajo las plantas de los pies de los justos», Malaquías 4:3

Abstract

Planta proviene en sus orígenes de la palabra ichnos –la impresión de la planta del pie en un terreno. La planta baja de un edificio, que históricamente ha sido entendida como la huella de ese edificio en un sitio, adquiere un nuevo sentido literal con la emergencia de la ciudad moderna. La arquitectura gradualmente empieza a hacerse cargo de problemas que exceden su escala. Lo urbano y lo cívico –la polis–, se transforman en campos extendidos de la disciplina. De simple representación a instrumentalización, el acto de dibujar una planta probará contener poder retórico y, por lo tanto, político. Mediante el análisis de las plantas y diagramas de Alexander Klein para la “Casa funcional de la vida sin roces” (1928), este artículo narra las connotaciones ideológicas y morales detrás de la planta moderna. Klein distingue entre “una buena planta” y “una mala planta”, articulando una agenda moral y el deseo utópico de reforma social y urbana. Las axonometrías de ciudades de Cornelis Van Eesteren actuarán como una extensión del argumento de Klein a la escala del territorio. Esta utopía permeará los modos de producción y pensamiento arquitectónico de la primera mitad del siglo veinte y será la fuente central del fracaso y la contradicción que la planta (y también la planificación) experimentará en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.